Palabras del Pbro. Dr. Carlos Javier García Mora, el 14 de abril de 2021, en el templo parroquial La Transfiguración del Señor de San Cristóbal en la sesión solemne con motivo de la juramentación como Presidente de la Academia de Historia del Estado Táchira para el periodo 2021 – 2023.

 

          Quiero iniciar mis palabras agradeciendo a los honorables Individuos de Número por la designación como Presidente para el periodo 2021-2023. Todos sabemos que esta posición tiene mucho que ver con la coordinación, con el colegio que es la corporación. La Academia; tiene que ver también con la representación institucional, y nada que ver con la autoridad o mandato. Los académicos eligen estatutariamente uno del grupo para funciones muy precisas y tal será la responsabilidad que deseo ejercer los dos próximos años.

Agradezco a Dios por el regalo de la vida, y por regalarme tantas experiencias maravillosas que me permiten conocer y amar más, esta noble tierra tachirense.

Agradezco la presencia de personas e instituciones que han tenido a bien acompañarnos, ese gesto amistoso y gregario es importante para la Academia. En la toma de juramento escucharon ustedes los objetivos de la corporación: la conservación de la memoria histórica, la preservación de su legado cultural y la promoción de la actividad creadora y de investigación. En su presencia, representación eximia de nuestra colectividad, realizamos nuestra Sesión Solemne Aniversario (que debió ser el 23 de mayo de 2020 y por razones de pandemia del Covid 19 hemos trasladado para el día de hoy), que debe ser también renovación de nuestros votos, de nuestro compromiso.

Quiero, con la venia de todos, expresar mi agradecimiento al señor Obispo diocesano Mons. Mario de Valle Moronta por su presencia en este acto, a mis hermanos sacerdotes. De igual manera agradezco la presencia del Colegio de Médicos del Estado Táchira, de la Asociación de Cronistas del Táchira y Miembros Cronistas de la Academia, representados por la Profesora Gladys Lozada de Pérez, de la BATT representada por su director, el Dr. Ildefonso Méndez Salcedo, a mis familiares y amigos, y los queridos feligreses de la parroquia Transfiguración del Señor de Barrio Libertador y Pirineos I, donde realizo mi apostolado sacerdotal.

Saludo con afecto la incorporación de los dos nuevos Individuos de Número: Lic. Omar Adelis Contreras Molina y al Profesor y Abogado. Bernardo José Zinguer Delgado; a los tres nuevos Miembros Honorarios: Dr. Egberto Zambrano, Dr. Rolando Alberto Anselmi Ruiz, y a la Sra. Fabiola Moreno; de igual manera a los dos nuevos Miembros Cronistas: Sr. Francisco Abdón Ramírez y Sr. Gonzalo Fuentes La Cruz. Bienvenidos al seno de la Academia, desde ya los consideramos y los tratamos como hermanos nuestros en la historia.

Quisiera señalar en forma muy breve algunas líneas que debe considerar la Academia en este periodo y que están marcadas por el uso de las nuevas tecnologías de información y comunicación. La Academia de Historia del Táchira se abrió a este campo desde enero de 2006 cuando abre su blog en internet y que al momento supera las 36.300 visitas, más las 50.800 visitas del blog de Archivo de la Academia de Historia, labor que continua. Se han realizado importantes trabajos en la búsqueda de libros electrónicos antiguos, especialmente de Historia y Geografía de Venezuela gracias al trabajo acucioso del Lic. José Ernesto Becerra Golindano, se han digitalizado los boletines del antiguo Centro de Historia del Táchira cuya publicación se inició en 1950, trabajo realizado gracias al empeño y dedicación del Dr. Luis Hernández Contreras. Se inició también la digitalización de algunos Archivos Parroquiales, este proceso se adelantó como parte de las actividades de investigación de la maestría en Historia de la ULA Táchira e inspirado por el Proyecto de Archivo Digital del Táchira Mons. Carlos Sánchez Espejo, ambas iniciativas emprendidas por el Dr. José Pascual Mora García. Toda esta línea de trabajo de digitalización queremos continuarla.

Felicito al Presidente saliente, Dr. Luis Hernández Contreras y a toda la directiva que le acompañó por su trabajo constante e incansable, lo que esté en proceso anhelamos continuarlo con la misma pasión. Al mismo tiempo manifiesto mi confianza en la nueva directiva que acompañada por todos los miembros de la institución como ha sido tradición, cosechará, con la ayuda de Dios, nuevos éxitos institucionales.

Durante este último año hemos vivido momentos difíciles debido a la pandemia del Covid 19. Todo esto sumado a la aguda situación de crisis moral, política y económica que vive el país nos ha llevado a experiencias muy dolorosas de aislamiento y de angustia ante esta hora dolorosa y traumática de la patria.  Como creyentes, estamos llamados a ser personas de esperanza, capaces de trascender y de ver con mirada de fe, esta situación que con la ayuda de Dios vamos a superar.

En estos últimos meses nos ha llenado de alegría la noticia sobre el gran avance del proceso de Beatificación del Dr. José Gregorio Hernández. El 09 de enero de 2020 la comisión médica de la Congregación para la Causa de los Santos aprobó el milagro atribuido a su intercesión, y el 27 de abril de 2020 la comisión teológica de la Congregación para la Causa de los Santos aprobó por unanimidad el milagro atribuido a su intercesión. El día 30 de este mes de abril, celebraremos como pueblo creyente con alegría la Beatificación de este hombre humilde de nuestra patria. Permítanme ofrecer algunas sencillas pinceladas de la vida de este extraordinario venezolano.

            El Doctor José Gregorio Hernández es, sin duda, el divo número uno entre los venezolanos, del brazo de Bolívar. Y lo interesante en este caso es que el afecto que el pueblo le profesa no ha sido cultivado en las aulas o en libros de lectura obligatoria. Su persona se ha hecho querer, no por la propaganda o la influencia de los amigos, sino por lo que fue en sí, por su bondad.

            En momentos de duda o desánimo uno se consuela pensando que siempre quedan personas sinceras en el mundo. José Gregorio era una de ellas. Uno de esos casos raros de testimonio sin vuelta de hoja, que arrastra incluso a quien jamás ha regustado el sabor de la fe o el consuelo de la doctrina cristiana.

            Nuestro tiempo tiene necesidad de modelos, nuestros jóvenes y las nuevas generaciones necesitan modelos para la fragua. Siempre lo hemos visto como un hombre justo, de él no se nos ha dicho nada excepcional, sino la verdad cruda de un hombre que supo enfrentar la vida con honradez y fidelidad a unos principios.

La honda religiosidad popular que heredó de los suyos y en Los Andes, le señaló como meta un compromiso de servicio asiduo, inspirado en el Evangelio, incondicional y cercano. Y la ciencia, amasada desde la investigación y la experiencia le ayudó a conseguir alivio para el dolor, calidad de vida para los más postrados y progreso para su patria. José Gregorio debe ser paradigma para quienes como él han adoptado la ciencia y la tecnología como contribución a una mejor calidad de vida y justo uso de los recursos naturales. Bien entendidas, respetadas y aplicadas, no solo no se oponen a la fe, sino que la necesitan para esclarecer sin tapujos sus propósitos. Y fue y sigue siendo estímulo para casi todos sus conciudadanos que fácilmente han visto en sus convicciones y en sus tareas la más clara definición de buen cristiano y buen ciudadano.

En este preciso momento del país, en el que los que se proponen como líderes apenas pasan de la mediocridad y andan demasiado a diario enzarzados en negocios turbios y ambiciones desbordadas, José Gregorio luce como el venezolano cabal, justo, sensible al quebranto del otro y consciente del bien común.

El venerable Siervo de Dios, Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, Médico de los pobres y cristiano ejemplar, nació en un hogar de raíces definitivamente bien afianzadas. Nació en el Municipio Isnotú, Distrito Betijoque, del Estado Trujillo el 26 de octubre de 1864. Fue bautizado en la Iglesia del Dulce Nombre de Jesús de Escuque, el día 3 de enero de 1865, siendo ministro el Pbro. Victoriano Briceño. El 6 de diciembre del mismo año fue confirmado por el Ilustrísimo Señor Juan Hilario Bosset, obispo de Mérida, siendo su padrino el sacerdote Francisco de Paula Moreno, representado por el también sacerdote Eliseo Portillo.

            Fueron sus padres Benigno Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla. Ésta murió con fama de verdadera santa en 1872, quedando huérfano José Gregorio a la edad de ocho años. Su padre casó en segundas nupcias con doña Hercilia Escalona y José Gregorio, al morir su hermana primogénita, quedó como el mayor de sus hermanos. A los del primer matrimonio se unieron los habidos con Hercilia: María Avelina del Carmen, Pedro Luis, José Benigno, Ángela, Hercilia y Cira María, que llegó a ser religiosa de clausura.

            José Gregorio es hijo de su época y supo apoyarse en la fe católica, en el conocimiento y las ideas de sus precursores, iluminándolas desde el Evangelio asumido sin dudas, con alegría y radicalidad.  El tercer milenio clama porque se considere la prioridad de la persona y su interrelación con la sociedad; la búsqueda de la verdad; la síntesis entre ciencia, cultura, fe y vida, y la propuesta eficaz de una visión del ser humano respecto al proyecto de Dios. La escuela y la universidad deben preguntarse acerca de cuáles son las orientaciones éticas fundamentales, los principios y los valores que caracterizan la experiencia cultural de una determinada sociedad.

            José Gregorio supo armonizar, para algunos inexplicablemente, su fe y su ciencia. Convencido de las certezas del Evangelio llegó a refrendarlas desde el laboratorio y, sobre todo, en su relación con los pacientes. Era humilde y esa saludable virtud le apartó de las prepotencias y vanidades de otros que, aun sabiéndose ignorantes en la mayoría de los asuntos, profesaban una adhesión ciega a los dictámenes de la razón y el experimento.

            No quería graduarse para amasar dinero y cobrar fama. A José Gregorio le mortificaba un pueblo sumido en la extrema pobreza y con la salud a la intemperie. Cuando José Gregorio entra en la Facultad la Universidad en general y muy especialmente la que podíamos llamar “escuela de medicina” sobrevivía a una crisis que las cuestionó sin compasión. Faltaban fondos y paz, su primer rector, el conocido sabio José María Vargas, no logró darles configuración a sus anhelos. El gobierno, entretenido en otras fuentes de tertulia e ingresos, de confabulaciones y apetencias desordenadas, orilló el principal y casi único cetro de estudios superiores.

            José Gregorio prometió a su padre ser un buen médico, lo que significaba para él conocer los secretos de esa ciencia y adornarlos con sus raíces humanas y de creyente. Su padre lo convenció de que en todo el contorno de Isnotú no había ni un solo médico. Y los médicos eran un poco los confidentes de los que más sufrían, los que, al poner en manos del paciente la pastilla o el menjurje, lograban refrescar su ánimo y elevar su espíritu. Estudia sus primeras letras en su pueblo natal y se traslada luego a Caracas para estudiar en el Colegio Villegas, graduándose de Bachiller en Filosofía en 1884.  El muchacho aceptó la proposición de su padre e Ingresó en la Universidad Central poco después de ser oficialmente Bachiller.

            Le tocó vivir a la sombra de un presidente vanidoso que insistía en convertir a la casi campesina Caracas en un Paris deslumbrante. Ordenó poblar todas las esquinas con su propia efigie y, considerándose un abanderado del librepensamiento, cerró seminarios, se enzarzó en una pelea innecesaria con los obispos y le arrebató a la Iglesia monumentos y edificios para atribuirse luego el mérito de convertirlos en centros de arte y jolgorio. Algo le paró los pies su sensata esposa Ana Teresa, pero aun así Guzmán Blanco quiso hacer de la Iglesia un feudo a su disposición y de la fe católica un baluarte personal desde el que dictar cátedra.

            José Gregorio acendró su fe en este contexto de liberalismos poco definidos y por eso mismo radicales. Sin negar la necesidad del progreso y la apertura a las nuevas, precisas y sensatas conquistas de la ciencia y la reflexión humana, ubicó la religión en su lugar y la exaltó como la mejor manera de moralizar sabiamente la sociedad y abrir al ser humano a experimentos que, lejos de perjudicarle, afianzarían su dignidad.

            El 26 de junio de 1888 José Gregorio, terminados con éxito sus estudios, insiste en dar cuenta de sus conocimientos ante un jurado riguroso que le permitiría obtener el título de doctor. El Rector no sólo convocó a los jóvenes que tenían la misma aspiración que José Gregorio, sino que señaló los temas que habían de discutir en público. Con notable desembarazo el joven Hernández Cisneros abordó cada uno de los temas respondiendo antes de que le fueran formuladas las preguntas. Su tesis versó sobre enfermedades bacterianas, campo en el cual centrará su profesión médica. Debe decirse y muy apropiadamente que sus mismos profesores se vieron forzados a preguntarle al alumno sobre determinadas proposiciones, de las que ellos apenas habían oído hablar y que José Gregorio y Dominici habían investigado, conducidos por libros que les llegaron de las mejores bibliotecas de Francia. Es considerado fundador de la Bacteriología en Venezuela.

            José Gregorio quiso ser médico, no sólo para seguir las indicaciones sensatas del padre, sino también para paliar los males endémicos de la ruralidad venezolana. Especialmente de aquella que conoció desde niño y en la que era testigo lacerado de tantas muertes tempranas y sin otra razón de ser que la miseria, la ausencia total de medicamentos y entendidos. Por ello se traslada a su tierra natal para hacer medicina rural.

            No solo el Dr. Dominici le ofreció ayuda para que abriese un consultorio en Caracas. Otros casi le rogaban que lo hiciese ante la carencia de profesionales afables y competentes. Pero al muchacho, con apenas veintitrés años, le sonaba a infidelidad y blasfemia dejar a los suyos plantados. Con los pocos enseres que le eran propios, entre los cuales había más libros y tubos de ensayo que ropa, programó el largo viaje al apartado y raquítico pueblo. A falta de carreteras y vehículos decidió aceptar un rodeo indescriptible.

            Al llegar al pueblo su padre y sus hermanos lo recibieron con gran alegría. Su padre le cedió el viejo caballo que había sido su compañero de batallas con el que pudo acceder a todos los caseríos de la comarca y al rancho más apartado. Y José Gregorio lamentó tener que iniciar la guerra contra la credulidad, la ignorancia y la engañifa. Sus paisanos veían espantos, males de ojo y agüeros detestables por todas partes, atribuyendo a estas supersticiones sus indigestiones, sus úlceras y hasta la tosferina.

            No le fue fácil en muchas ocasiones convencer a los viejos para que tomasen los remedios que les ofrecía. Y si lo hacían raramente, al terminar de engullirlos, cruzaban la calle para preguntarle al yerbatero si tenía algo para completar la dieta. De lo que realmente convenció a todos fue de su fe contagiosa, adulta y consecuente, y de su trato, más que familiar y campechano casi paternal, con sus pacientes. 

            Pero la Provincia tocó la puerta de José Gregorio. Se sirvió de los que en buena hora querían salvar a Venezuela de la ignorancia y el conformismo. Las autoridades de un pueblo que comenzaba a tomar conciencia de su postración y de las oportunidades de salir de ella, habían contemplado una Venezuela depauperada y en algunos renglones, como el de la salud y la educación, en pañales. Por ello, decidieron enviar a los mejores profesionales de la medicina, invertir en los cerebros más destacados, para que debidamente instruidos y adiestrados en las mejores universidades francesas, regresasen al país a renovarlo todo. Estaban seguros de que la inversión daría frutos muy necesarios para todos.

            José Gregorio, pese estar en el monte, atendiendo campesinos y alejado de las influencias, fue propuesto por sus profesores y amigos como candidato esencial. El Dr. Rojas Paúl era un hombre formado, recio, consciente de las plagas que no le permitirían a Venezuela ponerse en las sendas del progreso y la verdadera libertad. Rompió con la fatuidad de muchos de sus antecesores y abrió el Hospital Vargas dotándolo de lo necesario para que en él se cocinasen las reformas precisas y más urgentes.

            El 31 de julio de 1889 se le comunica a Hernández la resolución que el Ministerio de Instrucción Pública adopto; se dispone enviar a un joven médico venezolano con el fin de que estudie determinadas especialidades científicas. El Presidente de la Republica con el voto del Consejo Federal, ha tenido a bien designar con tal objetivo al ciudadano Dr. José Gregorio Hernández, en quien ventajosamente concurren las favorables circunstancias personales a que se refiere la resolución susodicha. Hernández entendió que no se le perdonaría defraudar a un país que depositaba en él un proyecto largo tiempo acariciado, como era el de mejorar la atención médica y disponer de los aparatos que en el resto del mundo medianamente civilizado contribuían a hacerlo más fácil todo.

            Con la asignación que el Estado puso en sus manos y algunas prebendas que los amigos unieron para respaldarlo emprende de inmediato el viaje a Europa. Inscrito en la universidad de París une el aprendizaje teórico a la visita a los hospitales, consultorios y bibliotecas. Se mostró graciosamente avaro a la hora de aquilatar conceptos y convertirlos en útiles.     

            No hubo biblioteca o laboratorio que no observase para ver qué novedades le ofrecían. Y cualquier foro, charla o tertulia que rondase sus intereses profesionales contaban con su presencia. Pero la iglesia del Sagrado Corazón era su eremitorio y el pase para sentirse miembro de esa comunidad de hermanos que Jesús había edificado sobre Pedro. El mismo Razetti asegura que “no faltó ni un domingo a misa. Muy a menudo acudía también los días ordinarios, con su misal en la mano, a fin de entender mejor el endiablado latín de los curas franceses”.

            Antes de regresar a Venezuela aprovecho algunas escapadas a países cercanos a Francia para comprobar las novedades que la ciencia aplicaba a la medicina. Pudo conversar con personalidades expertas y abanderadas. Retornó a Venezuela en 1891 y el seis de noviembre del mismo año fundó en la Universidad las Cátedras de Histología Normal, Patología, Bacteriología, y Fisiología Experimental, así como el laboratorio necesario para implementar con provecho esta última.

            Conjugó la docencia con la atención a los pacientes en su consultorio, que era más abundante que estable. Con la anuencia y la colaboración del nuevo Presidente de la República, Raimundo Andueza Palacios, trae a Venezuela un verdadero laboratorio de fisiología experimental que, meses después, le serviría al mismo Hernández para dar comienzo al Instituto de Medicina Experimental en Caracas.

            Todavía en París, y echando mano de los ahorros que le había permitido la sobriedad que fue siempre connatural en él, viajó a Berlín a observar de cerca los estudios de Histología y Patología, para entonces los más avanzados en Europa. Partiendo de ellos convencería a la Universidad de la urgencia de abrir una cátedra sobre el tema.

            El afán de Hernández por saber más y de ese modo beneficiar a sus pacientes y al ejercicio médico, iba a la par con su escrupulosa ansia de perfección cristiana. Viaja a Washington para recoger todo lo que habría de decirse y demostrarse en el Primer Congreso Médico Panamericano. Ofrece a los delegados un sustancioso estudio sobre los glóbulos rojos. Y se tuvo que reconocer que la cátedra de Bacteriología instalada en la Universidad de Caracas por Hernández era, en realidad, la primera de América. Impulsando la renovación y el progreso de la ciencia venezolana. Perfecciona el uso del microscopio.

            Nadie sabe cómo pudo llegar con puntualidad espartana a sus obligaciones como profesor, atendiendo con paciencia de monje a sus discípulos, incluso a los más torpes e inoportunos. No dejaba esperando a nadie en su consultorio, el más concurrido desde sus inicios. Y aun así era médico de cabecera de la mitad de los habitantes de la capital.

            En 1904 se creó la Academia Nacional de Medicina.  Evidentemente, José Gregorio pasó a ocupar uno de sus sillones, como uno de sus miembros fundadores. Desde entonces colaboró habitualmente en el Boletín de Hospitales, y exaltó las páginas de la Gaceta Médica con sus aportaciones. Ya en 1896 dio a conocer su primer libro Elementos de Bacteriología. No llegó a ver impreso en vida su obra titulada Elementos de Embriología, de la cual se sirvieron algunos de sus herederos y admiradores.

            Fue fundador de la Comisión de Higiene Pública del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Hay quien ha llegado a decir que se le quiso invitar a formar parte del Gabinete, y él rehusó abiertamente a tal proposición.

            El Dr. Ambrosio Perea, fervoroso cristiano y ratón minucioso de archivos y bibliotecas, no tuvo reparo alguno en afirmar que Hernández llevó a cabo “la más grande revolución científica y médica en nuestra patria, después de aquella que lograron imponer con la pluma y el fusil los creadores de la nacionalidad… y José Gregorio lo impregno todo de ese sabor y discreto encanto que da la fe cristiana a quienes tratan de imitar a Cristo en los quehaceres de cada día”.

            En 1909 renuncia a sus labores en Venezuela y se traslada a Italia para ingresar al monasterio de la Cartuja, como Fray Marcelo. Su condición física lo hace regresar a sus actividades profesionales, docentes y académicas en Venezuela. En 1914 vuelve a Roma, ingresa al Seminario, pero nuevamente debe regresar, por síntomas de tuberculosis. Continua sus labores académicas y docentes hasta 1919, cuando fallece en accidente de tránsito. Durante los 23 años en que ejerció efectivamente la docencia universitaria, el Dr. Hernández dictó un total de 32 cursos, en asignaturas de su competencia, con asistencia de 694 estudiantes. Hermosa síntesis analítica de una personalidad de excepción, concebida y expresada dentro de la más compleja simplicidad.

            Muerto en olor de santidad el 29 de junio de 1919 en la ciudad de Caracas. Su fama de santidad ha ido creciendo con el paso de los años. El proceso ha seguido el siguiente itinerario:

En 1949 Su Excelencia Mons. Lucas Guillermo Castillo, Arzobispo de Caracas dio inicio al proceso de beatificación y canonización.

En 1972 la Santa Sede reconoce sus virtudes heroicas y lo declara “Siervo de Dios”.

En 1975 sus restos son exhumados del Cementerio del Sur y son trasladados a la Iglesia de La Candelaria en Caracas.

En 1986, el 16 de enero es declarado “Venerable” por San Juan Pablo II.

En 2020, el 09 de enero la comisión médica de la Congregación para la Causa de los Santos aprueba el milagro atribuido a su intercesión.

El 27 de abril de 2020 la comisión teológica de la Congregación para la Causa de los Santos aprueba por unanimidad el milagro atribuido a su intercesión.

            Para culminar el proceso que conduce a su beatificación se realizó la reunión plenaria de cardenales y obispos, paso previo al decreto de aprobación del Papa Francisco. Para gloria de Dios, el “milagro” se convirtió en “decreto” que proclama para la Iglesia universal su santidad de vida.

            Los invito a que hagamos nuestra esta “plegaria”, que ciertamente brota desde lo más íntimo del corazón de cada venezolano en estos tiempos nuestros difíciles, en cierta forma duros como los que le correspondió vivir a nuestro amado santo.

 

            José Gregorio, hombre con los pies arraigados en una tierra bendecida por el Creador, y tantas veces mancillada por la ambición de unos, la prepotencia de otros y la ignorancia de tantos, enséñanos la ciencia y la bendición del trabajo honesto, la convivencia civilizada y el agradable sabor del festín de los hermanos al sentarse a la misma mesa.

            José Gregorio, hombre de Dios, apegado a un evangelio sin caprichosas traducciones, y a una obsesiva preocupación por el bien de los otros, instrúyenos en esa sabiduría que no está en los libros, sino en el gesto de cada día, en el corazón que palpita ante la desgracia ajena y la alegría de los que nos rodean.

            José Gregorio, miembro consciente de una Iglesia que opta por los pobres, ayúdanos a abrirle cauces a una Iglesia donde todos se sientan acogidos, entendidos, sanados y protagonistas, desde la dedicación al bienestar del que está al lado y al que viene de lejos.

            Sabio y bueno José Gregorio, dinos cómo la técnica, el arte, el laboratorio, la probeta, las disquisiciones y hasta los entretenimientos de los hombres, son un mullido camino para descubrir al creador en todas las esquinas.

            Invita a los venezolanos a ser cuerdos y arriesgados, exigentes y tolerantes, ordenados y espontáneos, capaces de razonar su fe y de asumir el compromiso comunitario de trabajar, sin ambiciones personales y sin resentimientos, por una Venezuela que termine siendo el hogar apetecible y familiar para todos.

            Danos indicaciones para vivir con dignidad, luchar sin desmayo, amar sin condiciones, hacer el bien sin parafernalias, conjugando la sencillez con la finura, la cercanía con el respeto, la capacidad de dar y la humildad de pedir.

            Guíanos por el camino que siempre termina levantando el vuelto hacia nuestro origen y los brazos de quien nos espera con el mismo amor con que non envió”.  Amén.

 

 

 

Pbro. Dr. Carlos Javier García Mora.

PALABRAS DEL DR. EGBERTO ZAMBRANO, presidente de la ACADEMIA DE MEDICINA DEL TACHIRA durante la Sesión Solemne de la ACADEMIA DE HISTORIA DEL TACHIRA, realizada el 14 de abril 2021, con motivo de recibir la acreditación como Miembro Honorario de dicha Corporación.

 

- Monseñor Mario Moronta, Obispo de la Diócesis

- Dr. Luis Hernández Contreras y Demás  Académicos Miembros de la Junta Directiva que hoy concluye su labor

- Pbro. Dr. Carlos Javier García Mora y Demás Académicos Miembros  de Junta Directiva que asume la exigente tarea  directiva.

Demás integrantes del Presídium

- Ilustres Académicos de la Academia de Historia del Táchira.

- Dr. Renny Cárdenas Quintero, Coordinador de la Escuela de Medicina de la Universidad de Los Andes. Extensión Táchira y  Presidente de la Sociedad Médica del Hospital Central de San Cristóbal

- Compañeros Miembros Honorarios de la Academia de Historia del Táchira que me acompañan en esta ceremonia.

- Invitados Especiales, familiares y amigos,  damas y caballeros

Debo comenzar manifestándoles nuestro agradecimiento por el alto honor que hoy se nos concede. Este galardón nos compromete doblemente, en parte  con las organizaciones que representamos cada uno de nosotros, pero aún más con la Academia de Historia del Táchira, cuya Junta Directiva nos cita hoy a este sagrado recinto, para entregarnos tan valiosa distinción.

Debo recordar  que los lazos que unen a la Academia de Medicina con la Academia de Historia, tienen larga data.  Varios   distinguidos Miembros de nuestra corporación recibieron en su momento distinciones especiales y participaron en diversas actividades de ambas Academias. Recuerdo ahora a los doctores J.J. Villamizar Molina, Hugo Murzi Matamoros y  Francisco Romero Ferrero entre otros. Pero por otra parte  destaco en este momento la importancia que, para la Academia de Medicina, representan  las  contribuciones aportadas en diferentes oportunidades  por el Dr. Luis Hernández Contreras.

Con Trabajos y Conferencias, en ocasiones acompañadas de ejecuciones musicales, él ha prestigiado nuestras Reuniones mensuales y las Jornadas Medico Científicas anuales “Dr. Elbano Adriani”, creadas en abril de 2019.  También  ha brillado su talento, durante Reuniones Conjuntas de ambas Academias, como en la actividad solemne, que promovió, en Conmemoración de los 100 años del nacimiento, de su gran amigo el  Dr. José Humberto Ocaríz Espinel.

Rememoro que el doctor Ocaríz fue destacado médico, hombre de ciencia, músico y escritor tachirense  que desarrolló toda su actividad como galeno en Mérida, pero que se mantuvo vinculado siempre a nuestro terruño, haciendo altiva gala de la tachiranidad.  

El doctor Luis Hernández Contreras, no solamente ha desarrollado destacada labor en el seno de  la Academia de Medicina del Táchira, sino también en  la Sociedad Médica del Centro Clínico San Cristóbal. Las dos entidades  estarán en deuda permanente  con su persona, porque además de sus brillantes disertaciones en diversos eventos, tuvo la gentileza y generosidad de componer la música de sus himnos.

Igualmente, no puedo dejar de agradecer hoy, frente a ustedes, la destacada participación en las  actividades de nuestra Academia de otro insigne miembro de la Academia de Historia del Táchira, el paisano grítense, doctor Roberto Avendaño. Estamos en pasivo con él también.

Entonces la vinculación existente no puede menos que marcar un empeño para el futuro y ojala podamos llenar las expectativas.

Se ha dicho que los pergaminos que se reciben tienen un valor agregado, que resulta ser  tan alto, cuanto mayor es la prestancia y valía jerárquica de la trayectoria, que  el organismo y las personas que los otorgan han alcanzado.

En el  caso de la Academia de Historia del Táchira, hay  de sobra grandeza y dignidad institucional.  Todos conocemos el destacado sitial que, ella y los eximios Miembros que la integran,  se ha granjeado en el seno de la comunidad académica nacional y regional.

Existen entonces razones suficientes que explican el orgullo que sentimos al recibir esta credencial, la cual  ostentaremos con el debido respeto.

La emoción que nos embarga  en este agradable momento, permanecerá viva en nuestra memoria por siempre.

Dios bendiga la Academia de Historia del Táchira y a todos sus Miembros

 

Muchas gracias.

Palabras alusivas a la incorporación como Individuo de número de la Ilustre Academia de Historia del Táchira y su disertación sobre la presencia de Leonardo Ruiz Pineda y su estada en el liceo Simón Bolívar de San Cristóbal por el profesor Omar Contreras Molina .

Ilustrísimo señor presidente de la academia de historia del Táchira Dr. Luis Hernández Contreras   y demás miembros  del honorable cuerpo directivo, Junta directiva entrante bajo la dirección del excelentísimo Presbítero  Dr. Carlos Javier García Mora, figuras preclaras del acontecer histórico regional, Dr. Ricardo Méndez Moreno, Ilustrísimo Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, celebérrimo Monseñor Luis Alfonso Márquez Molina obispo emérito de la diócesis de Mérida, compañeros a juramentar como individuos de número,   e invitados especiales, señoras y señores.

Hoy este humilde artesano de la palabra, buscador en los ayeres  la presencia permanente  de la historia, en las voces que bajan de los paramos andinos, en la fuente  grabada de las rocas y en los libros que atesoran en encerradas bibliotecas y registros la sublime historia de los hombres en el tiempo.

Para mi fue una noticia inesperada del Dr. Roberto Avendaño   y del Individuo de número Hilarión Pulido al notificarme que había sido aceptado como individuo correspondiente de esta noble Academia de Historia del Táchira .

A mi mente me vinieron los recuerdos  en olas de los trigales de mi aldea y preguntarme ¿quien era yo? , humilde hijo del Rincón del Oso de Llano Largo  para contarme y discurrir por las amplias avenidas de la historia regional  con hombres y mujeres tan llenos de sapiencia en estos saberes;  mis paisanos revolotearon como mariposas y libélulas sobre mis sienes  Antonio Arellano Moreno, Vicente Arellano Moreno , Emilio Constantino Guerrero  , Antonio Quintero García , Arturo Croce, Horacio Moreno  ,Luis Zambrano , Hugo Colmenares ,  Isaura Melani  e Hildemar Escalante de Theser , Monseñor Raúl Méndez Moncada,  Ricardo Méndez Moreno, Presbítero  Luis Gilberto Santander   , Pascual Mora García o la hija adoptiva de la Grita profesora Yariesa  Lugo , o el escritor de “ La Grita una ciudad que grita su silencio”  Lucas Castillo Lara , cómo estar altura de tan renombrados seres y aun mas al lados de inminentes  mentes  consustanciados con la Historia , son ríos de saberes que discurren por sus poros;   Luis Hernández Contreras , Monseñor Carlos Sánchez Espejo, Xuas Tamayo García , Joaquín Villamizar Molina  , Julio Chiossoni , Rafael María Rosales , Aurelio Ferrero Tamayo , Inés Cecilia Ferrero , Margarita Angarita , Ruiz Pineda, Ramón J Velázquez  ,Pedro Pablo Paredes,  Ramón González Escórihuela , Samir Sánchez, Anselmo Amado, Monseñor Nelson Arellano , Horacio Cárdenas Becerra,  Samuel Darío Maldonado ,  Carlos Rangel Lamus y muchos otros que han iluminado el camino del quehacer histórico en nuestra región.

Voy a tomar prestadas las palabras de monseñor Carlos Sánchez Espejo el día de su elección como individuo de número para la Academia de Historia.

 

“Debo confesaros, señores académicos, que cuando en la silenciosa quietud de mi hogar recibí la tan grata y cuanto comprometedora noticia, acudió a mi mente una escena que rompe los moldes ordinarios  y sube al plano de lo heroico: caminando a duras penas  por la ciudad de Eisenach, un hombre andrajoso  topó un día con la Reina. Ella, sin olvidar la majestad de su rango, despojóse de su manto y con las tibias manos reales colocó sobre las carnes del mendigo la fascinante púrpura”

“Pensé entonces, que de análoga manera, vosotros, con magnitud propia de reyes y lo sois de la Inteligencia –me cubráis   con el manto de real de la  elección” 

 

Si,  estimados académicos,  apenas soy un principiante que desea beber de la sabiduría de los mayores, de escudriñar el signo de los tiempos, transportarme en la maquina del tiempo y viajar por los interminables  ríos por donde discurre las gotas cristalinas de los saberes del ayer y del aquí y el ahora con proyección de futuro.

Sea pues, este momento para expresar mi gratitud a tan distinguidos académicos; Dr., Dr. Luis Hernández Contreras, Dr.  Roberto Esteban Avendaño, Economista Hilarión Pulido, Presbítero Dr. Javier García Mora, Dra. Inés Ferrero y a todos aquellos que postularon y dieron apoyo para acogerme en el seno de la academia de Historia del Táchira, sea mi respuesta de empeñarme en seguir vuestro ejemplo, a fin de corresponder, en la medida de mis posibilidades, al gesto del que Ustedes me ha honrado.

Sobre mis espaldas,  una tradición de cronistas,  historiadores e investigadores  y  academias   de historia  dentro y fuera del país  que han recogido los testimonios escritos en la roca, documentos, fuentes primarias y secundarias de la historia, en la tradición  oral y que han sido llevadas a boletines en   las diversas academias donde reposan para ser avivadas  por el  apasionado   lector  e investigador ; tantos libros y artículos  sobre la historia viva de nuestros pueblos y su gente  han sido publicados después de un arduo trabajo de investigación y llevados al libro, revista ,  páginas web o al libro y revista electrónica acorde con las nuevas tecnologías que impone la sociedad del conocimiento , la telemática  y la informática.

 El historiador jamás  deja su oficio de escudriñar la memoria nómada de los tiempos;  su  quehacer    es viajar por ese  gran océano donde guarda en su interior la riqueza de las huellas dejadas por el hombre en el tiempo y en el espacio.

El Táchira es una región desbordada  de historia desde sus primitivos  habitantes que  plasmaron  su presencia  en pictográficas figuras sobre la madre roca, hasta el  arribo del bizarro aventurero español en su penetración y poblamiento de estas tierras.

Una  larga historia  Colonial  escrita por cronistas y por  escritores mas cercanos como:  Lucas Guillermo Castillo Lara en su libro  Raíces Pobladoras del Táchira , Táriba, Guásimos ( Palmira) Capacho , Elementos Historiales de San Cristóbal Colonial , el proceso formativo, San Cristóbal siglo XVII. Tiempo de Aleudar, La Grita una ciudad que Grita su silencio, de la biblioteca de autores y temas tachirenses, Historia del Estado Táchira de Tulio Chiossone, Las Lomas Del Viento de Horacio Cárdenas  Becerra, Imagen del Táchira de Rafael María Rosales o la Historia Eclesiástica del Táchira de Luis Gilberto Santander Ramírez .Capacho un pueblo de Indios en la Jurisdicción de La Villa de San Cristóbal de Inés Cecilia Ferrer o el libro Becerro de la Grita de Yariesa Lugo.

Un Táchira deseosa  de libertad en las luchas de  independencia, presencia activa en las gestas emancipadoras nos comenta Ramón J Velázquez

 

“El 28 de octubre de 1810  se reunieron los vecinos de San Cristóbal para para Constituir La Junta Soberana de Gobierno y destituyeron al Teniente José Andrés Sánchez  y a ese energúmeno realista llamado  Don Manuel Catel, quien poco después escribe una Carta a don Gervasio  Rubio en la que califica al pueblo de grosero y facineroso  por el solo hecho de haber reclamado sus legítimos fueros”

 

El Táchira le abre las puertas al Libertador Simón Bolívar  en 1813 con la Campaña Admirable y en 1820, preparación y vísperas de la batalla de Carabobo , Bolívar vive en la Villa de San Cristóbal , días de suma importancia para la independencia de Venezuela , solo nos basta con leer la correspondencia de esos días para comprender la magnitud de esos momentos históricos , acaso no se realizaron en agosto de 1820 , las primeras conferencias diplomáticas de Colombia entre los comisionados de Morillo, Herrera y González   y los venezolanos de Bolívar , Urdaneta y Briceño Méndez.

El Táchira no ha sido ajeno a las contiendas políticas del Periodo Republicano entre Liberales y Conservadores; Ramón J Velázquez  recogió todo  el fragor  de la lucha política de aquella época del siglo XIX , revisó los archivos correspondientes , hizo un minucioso análisis de la correspondencia que sostuvieron varios tachirenses entre ellos las Memorias del General Francisco Alvarado y las cartas de don Santiago Briceño . don Francisco Betancourt Sosa en su libro  “La federación en el Táchira” ;Los escritos sobre política y literatura de Luis López Méndez ; Las ideas Políticas en el Táchira de los años 70 del siglo XIX a la Segunda del Siglo XX de Ramón González Escórihuela ;Las haciendas cafeteras y su producción :valles de Cucutá y Táchira 1840 ;  Táchira Fronterizo de Arturo Guillermo Muñoz; EL Táchira Histórico de Ricardo González Balbuena.

La llegada de los Tachirenses al poder hacen florecer una serie de libros, textos, pasquines y gran cantidad de literatura, como la bibliografía comentada de la era de Cipriano Castro 1899 -1908 de William M Suvillan ;  Confidencias Imaginarias de Juan Vicente Gómez de Ramón J Velázquez.  ; De Ocumare a Miraflores de Nemesio Parada;  Hegemonía Andina y Pérez Jiménez de Antonio Pérez Vivas ; el 18 de Octubre y la Problemática Venezolana actual 1945 – 1979 de Edito José Ramírez, hasta llegar a 100 años de Historia del Táchira del Luis Hernández  Contreras  y muchos otros publicados por la Biblioteca Temas y Autores Tachirenses , periódicos y revistas regionales .

Toda esta tradición histórica en nuestra región hace posible que el joven Ramón J Velázquez desde el glorioso Salón de Lectura de la Ciudad de San Cristóbal  se diera la idea de crear Centro de Historia del Táchira el 18 de febrero de 1942 , materializándose por decreto el 8 de octubre de 1942  y luego reconocida mediante decreto de La Gobernación de Estado Táchira el 23 de mayo de 1950 ,

Por allí cabalgaron  hombres de la talla de Ramón J Velázquez,  Monseñor Raúl Méndez Moncada Aurelio Ferrero Tamayo ,Hernán Rosales, , Marcos Figueroa, , Miguel Otero Sosa, , Tulio López Ramírez, ; Luis Anselmo Díaz ,Rafael María Rosales , José Mardonio González, , Cesar Casas Medina , Monseñor Carlos Sánchez Espejo , . Pedro Pablo Morales,  Dr. Hugo Murzi , Luis Miguel Marciales , , José Rafael Romero Tamayo , Manuel Osorio Velazco, Horacio Cárdenas Becerra, , Xuan Tomas García Tamayo , Cristina Ferrero Tamayo, Leonardo Ruiz Pineda y muchos otro que mantuvieron en el tiempo el Centro de Historia del Táchira.

Por los años 50 en plena dictadura de Marcos Pérez Jiménez tuvieron el decidido apoyo del Gobernador del Estado hombre consustanciado con las letras y la historia  Antonio Pérez Vivas; los inicios de la  democracia tuvieron el soporte del Gobernador Dr. Juan Galeazzi Contreras quien atendió el llamado de los historiadores para la publicación en la imprenta del Estado de los trabajos historiográficos elaborados por los representantes  del Centro de Historia del Táchira.

El rio de la Historia como manantial no se detiene y sus vertientes dan nacimiento a otra figura esta vez mas  elevada a la jerarquía de Academia de Historia del Táchira  el 23 de mayo de 1992 por decreto número 39,   siendo gobernador del Estado Táchira el  Lic. . Francisco Ron Sandoval.

 Siendo su primer Presidente el ilustrísimo sacerdote Monseñor Raúl Méndez Moncada entre los años (1992 -1994) , luego monseñor Nelson Arellano Roa (1994 -1995), Lic.  Nerio Leal Chacón /1995-1996) , Dr. José Joaquín Villamizar Molina (1996-1997); Monseñor Raúl Méndez Moncada (1998.. 1999), Dr. Luis Hernández Contreras (2000 -2002) Dra. Inés Cecilia Ferrero 2002 -2004) Lic. Samir Sánchez Escalante (2004 _2006), Dr. José Pascual Mora García 2006 -2008) Dr. Roberto Esteban Avendaño  (2008 –2010(, Lic. José Ernesto Becerra Golindano 2010 2012,; Presbítero Dr. Luis Gilberto Santander en (2012- 2014); Lic. José Ernesto Becerra Golindano (2014, 2016) ; Dr. Roberto Esteban Avendaño (2016- 2018). Dr. Luis Hernández Contreras  /2018 _2021)   y hoy será juramentado el presbítero Dr. Javier García Mora/ ( 2021-2023)

 Estimados academicistas, permitirme que en este primer encuentre, les  converse sobre la permanencia de Leonardo Ruiz Pineda en sus albores juveniles por la ciudad de San Cristóbal en tiempos de turbulencia política, dictadura Gomecista y la férrea opresión de Eustoquio Gómez, en una sociedad sometida a los vaivenes y caprichos de hombres recios que en nada aportaban a la educación y  la  cultura de los pueblos siendo su mayor interés el comercio que llenaba sus arcas personales y silenciaba bajo el signo del terror toda disidencia y perseguía hasta el destierro , cárcel o muerte a las mentes libertarias .

Pero también en aquella tormentosa sociedad Tachirense hubo hombres y mujeres con ideas preclaras que podemos sacarlas del torbellino de la indiferencia, resucitarlos en la memoria nómada en las neblinas de nuestros pensamientos y escuchar sus voces en el tiempo y saber ahora que no son fantasmas que solo viven  en las paginas de amarillentos periódicos  y desteñidas revistas, hombres y mujeres valientes que reclamaban pese a las ataduras de una férrea  dictadura la vigencia del pensamiento liberatorio y rebelde  de Leonardo Ruiz Pineda .

Leonardo  como todo niño andino recibió, sus primeras lecciones en su hogar santificado por el trabajo y el amor, más tarde en la escuela de su comunidad rubiense, sus maestros le fueron   moldeando el alma, el carácter, el temple, el pensamiento libertario del niño Leonardo en un ambiente de ciudad fronteriza.

Cuando se vive bajo el acoso de la opresión, la esclavitud y no hay signos de libertad; el hombre se aferra a los saberes de quienes abren senderos de justicia y libertad, el niño Leonardo observa y va interiorizando todo cuanto oye  y ve de sus abnegados padres, maestros, sacerdotes, amigos; de todos bebe sabiduría y va sembrando semillas de fe y optimismo para alcanzar la gloriosa libertad de un país sometido por  una cruel y larga dictadura.

Desde muy pequeño Leonardo fue descubriendo su vocación de lucha  y fe en la libertad; pues todas las conversaciones que oía a baja voz y con temor de sus mayores, era sobre un Táchira estancado en las garras manos de un  poderoso  hombre Eustoquio Gómez.

En medio de tanta oscuridad en su Pontalida ciudad de Rubio, también se encendían luces; oía por entre los muros, los grandes corredores y en la sobre mesa a hombres hablando en  cubierta de crímenes del gobierno; asilados, perseguidos, encarcelados, presos e invasores.

Rubio estaba muy cerca de la frontera con norte de Santander Colombia y llegaban junto al Contrabando o comercio legal periódicos, revistas provenientes de Bogotá, donde se leía con inusitado fervor lo que acontecía en el Congreso colombiano; los debates parlamentarios que encendían el pensamiento del niño Leonardo

Ramón Jota Velázquez interiorizó  el pensamiento de aquel niño y se hacia la siguiente pregunta ¿Porque aquí en Venezuela no se puede hablar?  , ¿Por que se vive bajo el acoso del terror y el miedo ¿ ¡ Que Hacer? 

Creo que no ha variado la pregunta en los actuales momentos cuando estamos en unas circunstancias muy similares de acoso, miedo y terror.

Salir de su tierra natal para continuar estudios de bachillerato  en San Cristóbal era su anhelo,  una de sus mas intensas emociones,  hacer realidad su visualización,  estudiar en el Liceo Simón Bolívar  

 Para Leonardo  el liceo Simón Bolívar

 

“  Era el  centro de gravedad del mundo recién descubierto. Pues a  su alrededor giraba la cultura del Táchira y constituía un punto de apoyo  de una generación  que entraba tumultuosa en la historia, abriéndose paso en el empuje de sus pechos gallardos, frescas todavía sus sienes de las huellas cálidas de sus sueños. Leonardo había edificado su fantasía en un ordenamiento mental de los grandes estadios de la cultura nacional  y dentro de ellos tenía preminencia luminosa aquel liceo que era centro de destellos poderosos, principio y fin de las humanas ambiciones “.

 

La dinámica diaria de la cotidianidad en San Cristóbal le va revelando que la vida cultural del Táchira era de una pobreza monótona y precaria. La dictadura Gomecista asfixiaba todo esfuerzo de pensamiento renovador y progresista  que pretendiera destruir el orden tradicional que regía el mundo de la intelectualidad.

El joven Leonardo entendía que la cultura no era un afán superador para trajinar rumbos de conquista en el avance de los pueblos.

Venezuela vivía estacionada, frenada e indiferente  al hondo sacudimiento histórico que conmovía  los cimientos de la civilización americana.

Expresa el Joven Leonardo “que las corrientes del pensamiento atravesaban subterráneamente  nuestra porción geográfica, contenidas por una disciplina policial  que no permitía su penetración en los linderos del pueblo esclavizado. El pensamiento sociológico de la época pugnaba en los territorios vecinos al nuestro, deseoso de desbordarse sobre una comunidad ávida de orientaciones: la renovación filosófica de las corrientes históricas contemporáneas llegaba hasta las fronteras del país;

La Republica ignoraba la dinámica de las nuevas sociedades y estaba al margen de las recientes conquistas de la cultura en el ámbito político, literario, especulativo y sociológico.

Dentro de aquel mundo así limitado e incomunicado vivía el Táchira, un pueblo en cuyo territorio habían nacido los hombres que constituían la brigada instalada en el poder.

Como nos veía Leonardo,

un pueblo de formación mental aldeana, simplista y sencillo, de vida casi bucólica, instalado a la orilla de las faenas rurales, que no podía presentir el significado de las poderosas corrientes de del pensamiento americano”.

Leonardo manifiesta “ que allí en ese pequeño escenario delimitaciones humanas y sociales, era donde actuaba el liceo Simón Bolívar para educar  a hijos de campesinos,  de propietarios rurales, de pequeños comerciantes, de hombres de fortuna política, de ambiciosos que habían hecho su nombre y posición agazapándose detrás de la oportunidad”

Expone Leonardo “que en medio de aquella mediocridad humana del lugar había un hombre que destellaba en ese enardecido ambiente pues se trataba de Carlos Rangel Lamus , Así se explica como en el Táchira los periódicos , círculos de tertulia pueblerina , los pequeños grupos de pretensión literaria hablaran de él como un Mesías.”

Los periódicos de la época estaban nutridos de versos llorosos y lánguidos, cubiertas sus páginas  con narraciones sentimentales, desprovistas de un solo detalle afirmativo.

 

Las tertulias literarias agrupaban a mozos desorientados que leían Vargas Vilas, Isaac, Dumas, Montepin.

Sus maestros fueron Carlos Rangel Ramos en Botánica ; Ramón Velázquez les daba Gramática Castellana , Aritmética y Latín ; Humberto Segnini , Historia y Geografía Universal ; Amalia Martin , Francés y  Dibujo .

De Carlos Rangel Lamus tiene Leonardo aquella clase de botánica, sobre el porvenir que les esperaba y les decía:  

 

“Entender la vida del árbol es elevarse a buscar a Dios, ponerle alas al espíritu  para que ascienda al infinito. Vean Ustedes que en la naturaleza todo aspira a elevarse. Las alas son el tributo supremo para escalar la altura. El hombre es sólo un peldaño en la escala biológica y en ella ocupa el lugar descollante por ser de pensamiento y conciencia”

 

La población estudiantil era una mezcla confusa y heterogénea  de mentalidades e inclinaciones, espontaneas las unas  y contenidas las otras. Hijos de hacendados  ricos que habían sido enviados  al liceo por el orgullo del nuevo riquísimo de sus padres que aspiraban a educar en el descendiente su pasado de ignorancia ; muchachos extraviados en su inquietud juvenil , inadaptados para toda actividad intelectual pero remitidos por el padre  que aspiraba formarlo hombre y gran ciudadano , hijos del pueblo , afanosos de aprendizaje , dispuestos abrirse camino en su marcha cerrada hacia el porvenir ; jóvenes soñadores e idealistas , movidos por el entusiasmo puro de los quince años  , sin sombras de obscuridad en su espíritu.

El choque fuerte para Leonardo es cuando descubre en aquel ambiente estudiantil que solo podía leerse bajo la dirección intelectual de quienes ejercían la supremacía; estaba terminantemente prohibido poseer libros que no fuesen de enseñanza y toda lectura extraña era motivo de vigilancia, entonces dijo me di a “observar, a cavilar y aprender”

Lo prohibido se busca mas que lo obligado, fue cuando inició las secretas atracciones afectivas y armoniosas de la poesía. Y vino su entrega a la lectura escondida, allí estaba en su curso el Zuliano Ciro Urdaneta Bravo , de temperamento poético , diestro en la armoniosa expresión  del poema , a su lado empezó a penetrar en el vigoroso y musical mundo de la poesía  Venezolana .

Conoció rápidamente el panorama literario y poético  de la época,  se familiarizó en la lectura e interpretación de los principales nombres que para entonces regían en el ambiente literario nacional.

Se fue convirtiendo en un lector apasionado deseoso de empaparse de las grandes obras del pensamiento nacional.

 Leyó a Doña Bárbara y aprendió a venerar a Rómulo Gallegos que a sus 14 años le veía como un gran símbolo, atractivo y casi alucinante, al  poeta Andrés Eloy Blanco  que le brindó placidas horas de paz espiritual.

Paralelamente a sus lecturas trascurría la vida ordinaria del liceo  entre tertulias con los compañeros de estudio , donde se trataban temas diversos que  daban colorido variado y pintoresco a la vida de las confidencias ; se narraban anécdotas sobre sucesos políticos regionales ; se comentaban los rumores que a veces llegaban a hasta allí  desde la lejana Caracas , practicaban  deporte como  béisbol y futbol .

Dice Leonardo “ descubrí aquel camino de las armas con mis dos sonetos  que fueron publicados en la revista NAUTILUS de la Asociación de Estudiantes del Táchira , allí estaban Ciro Urdaneta Bravo y Abran Ramírez Gonzales una triada que emanaba poesía por todos los poros” ,.

Expresa Leonardo que sus primeras producciones poéticas estaban animadas de una sofocante sensación de cansancio sentimental , revelación de las influencias pesimistas  que ejercían los autores decadentes , que era lo único que caían a sus manos .era necesario saber lo que ocurría en el ambiente cultural y literario en Caracas con Fernando Paz Castillo, Jacinto Fombona Pachano , Alberto Arvelo Torrealba , Waldo Frank  , el cual el mismo le diría de su categórica influencia en el mundo intelectual , la presencia de Luis Alberto Sánchez , Germán Arciniegas , Torres Bodet , María Blanca Sabas Aloma.

En realidad eran jóvenes en ardiente llama que en la clandestinidad huyendo de sus guardianes del liceo devoran aquellos textos y que luego en fascinantes tertulias eran capaces de encender el fuego de la intelectualidad.

El cuento nacional también llega a las manos de Leonardo y adquiría un despertar , una nueva mirada,  leían con devoción  los escritos de Salazar Domínguez , Casto Fulgencio López , Uslar Pietri ,  Carlos Eduardo Frías y del Griteño Antonio Quintero García y muchos otros , todo este conocimiento de lo nacional , de su geografía y su gente , cambiaron  su caparazón poético y su poesía perdió el acento melancólico  que le daban ese acento sentimental de congoja  y tomó el estilo  de “vanguardia sugerente” , escribió poemas variados en la revistas  Nautilus , Patria , Esfuerzos y Mi Terruño,

En el  Semanario Esfuerzos fundado por Hernán Rosales, se convirtió Leonardo en el redactor único de aquella hoja periodística, allí redactaba notas diversas, insertaba cuentos, editoriales sobre temas abstractos, bajo la orientación de un veterano periodista liberal colombiano , pues el experimentado periodista vio en  Leonardo una vocación periodística.

Desde ese semanario tuvo polémicas locales, la primera de ellas con el redactor de “El Andino”   Rafael María Rosales, sobre temas de generalidad literarias. Fue una polémica desorientada, anárquica, sin bases de pugna intelectual. Aquel había criticado adversamente alguno de sus poemas, Leonardo reaccionó violentamente acusándolo “que el viejo espíritu y  reaccionario del pensamiento no podía interpretar las corrientes renovadoras de la poesía y la literatura nacionales.”

El espíritu rebelde y de inconformismo  para con algunos de sus docentes del Liceo Simón Bolívar ,  su sentido de análisis se convencía lentamente de la precariedad de sus conocimientos, de la total ignorancia de cultura general , pues merecían atención respetuosa Carlos Rangel Lamus , Ramón Velázquez y Roberto Villasmil , nada se podía hacer frete aquella situación de métodos o contra la ineficacia intelectual del profesorado .

Escribe Leonardo

 

“EL medio y la época nos tenían anulada la voluntad de acción. La conformidad, el temor y el miedo nos habían aplastado. Éramos la obra de un sistema de educación que sometía el espíritu  a la ciega obediencia, al silencio sumiso, a la resignada aceptación de los hechos. Nuestras débiles personalidades  estaban siendo aniquiladas bajo el peso de un régimen dominador  y enervante”

 

Dos hechos que hacen declinar a Leonardo de seguir siendo alumno del Liceo Simón Bolívar y pide a su padre que lo traslade a Caracas.

Una tarde cundió la noticia de que el general Juan Pablo Peñaloza  había sido detenido cerca de la Fundación, por donde recorría en unión de un nutrido grupo antigomescista  el accidentado territorio de Uribante.

Acostumbraba a travesar la frontera el viejo guerrillero, en aventuras de combates fulgurantes que daban acento épico a sus andanzas audaces y arriesgadas.

Juan Pablo Peñalosa había sido capturado por los perseguidores gubernamentales  que lo acosaron bajo la dirección de José Antonio González, jefe Civil del Distrito Cárdenas y viejo compañero de luchas del General Peñaloza.

Los estudiantes del liceo Simón Bolívar en medio de pugnas, fricciones de comentarios, pues un grupo de mostró jubiloso por el suceso y solicitaron permiso  para presenciar el arribo del viejo guerrillero  que entró a la ciudad en un automóvil descubierto, al lado de José Antonio González, quien lo exhibía como trofeo, pero custodiándose  la espalda con un recio puñado de fusileros parameños y cedraleros.

 ..Entre aquella marejada de la curiosidad de la gente algunos estudiantes levantaron la voz  y lanzó crudas insolencias contra Juan Vicente Gómez, José Antonio González  y el régimen.

Lo cierto es  que una mayoría de tachirenses hervía de impotente indignación ante aquel hecho. A los meses, José Antonio González recibía el galardón administrativo  por sus habilidades  al ser promovido a presidente de Estado

Otro hecho absurdo golpeó el espíritu de rebeldía e inconformidad de Leonardo; Un grupo de estudiantes dio calor a la idea de colocar el retrato de José Antonio González en el salón Principal del liceo  Simón Bolívar, como homenaje a quien se debería considerar como protector del Instituto los proponentes fueron Antonio Pérez Vivas, Simón Barrera  y Laviosa Colmenares.

El Estudiantado vibraba de indignación ante la escandalosa demostración de Servilismo.

 El profesor Ramón J Velázquez, deseoso de impedir aquella exhibición de servilismo y de poner en evidencia la magnitud del pecado  se adelantó  a proponer que en el lugar del retrato de José Antonio González  colocaran   de una vez, el de Juan Vicente Gómez.

Leonardo es amonestado por sus acciones de rebeldía e inconformidad.

Leonardo no reconoció las amonestaciones de la dirección, no aceptó la sanción de privarse de su salida dominical y decidió abandonar  el liceo desafiando todos los riesgos, ese día lo siguieron los estudiantes José Rosario Osorio y Luis Rincón Santos.

En el autobús que le conducía a Rubio, silencioso, replegado sobre sus reflexiones, en confidencias consigo mismo, iba de regreso definitivo hacia su pueblo Rubio, huyendo de aquel Liceo que había sido su sueño a los 14 años, era el retorno de un experimento fallido, del fracaso que había absorbido sus mejores esperanzas, en cuanto y puro y diáfano había en el espíritu de la primera adolescencia de  aquella mañana de septiembre de 1930 y solo regresará al Táchira en 1940 cuando funda el Diario Frontera  y Preside el Salón de Lectura de San Cristóbal , en 1941 constituye en esta ciudad la seccional de Acción Democrática y es nombrado Presidente del Estado Táchira entre 1946 -1948.

Señores, Gracias

 

Individuo de número de la Academia de Historia del Táchira Omar Contreras Molina

 

San Cristóbal 14 de Abril de 2021.

Bibliografía Consultada

 

Pagina Web de la  Academia de Historia del Táchira

                                                                                                    

Boletín de La Academia Nacional de la Historia (1977)  , Carlos Sánchez Espejo , figuras preclaras del Clero tachirense , Tomo LX Julio Septiembre de 1977 . N 239. Pagina 541 .Caracas.

                          

Diccionario Fundación Polar Historia de Venezuela (1988)  Editorial  Ex libres, Caracas

 

Rosales, Rafael María  (1990)  Imagen del Táchira, Publicaciones Monfort SRL, Caracas

 

Ruiz Pineda Leonardo (1961) Ventanas al Mundo, N 17 Biblioteca y Temas de Autores y Temas Tachirenses, Edición  Cuatricentenario. Caracas.