EN EL DÍA DE LA TACHIRANEIDAD:
PRINCIPIOS Y VALORES
Discurso de Orden pronunciado por el Pbro. Dr. Edgar
Gregorio Sánchez, con motivo de la celebración del Día de la Tachiraneidad.
Acto convocado por el Poder Ejecutivo del Estado Táchira y celebrado en la
Plaza Bolívar de San Cristóbal el día 14 de marzo de 2012 en los 156 años de
creación de la Provincia del Táchira.
1. El hito histórico
Hace
156 años, un 14 de marzo de 1856, fue creada la Provincia del Táchira. Tres
días antes, el 11 de marzo, el Congreso de la República había emitido el
Decreto de Creación y el día 14 fue sancionado por el Ejecutivo Nacional.
Cuatro fueron los cantones que conformaban la nueva Provincia de la República:
San Cristóbal, Lobatera, La Grita y San Antonio; y según los registros de
población de aquel tiempo, contaba con 42.731 habitantes.
El
acto republicano de hace 156 años es sin duda alguna un singular punto de
referencia de lo que hoy estamos celebrando: el Día de la Tachiraneidad, una
categoría que distintos estudios entre los que destacan aquellos adelantados
por el Dr. Pascual Mora García, profesor de la Universidad de Los Andes (ULA
núcleo Táchira) e Individuo de Número de la Academia de Historia del Estado
Táchira, han dado soporte epistemológico e historiográfico.
El
Día que hoy celebramos está destinado para mirar más allá de una fecha; fue
recientemente establecido por el Ejecutivo del Estado para celebrar principios
y valores que la gente que ha vivido, vive y vivirá en este Estado, cree y
quiere defender; principios y valores que podrían hacer de cada tachirense,
nacido aquí o llegado aquí «cual nuevo Titán», como lo dice el himno de
nuestro estado.
2. Principios y valores de la tachiraneidad
Existen
algunos principios y valores que nos podrían ayudar a los tachirenses, nacidos
aquí o venidos aquí, a cultivar nuestro ser ¿Cuáles podrían ser estos
principios y valores? Teniendo en consideración que entre este año 2012 y el
venidero 2013 se cumplirán 100 años de la creación del himno del estado
Táchira, quisiera hacer referencia a cuatro valores que están allí contenidos,
los ejes transversales de nuestra canción común.
El
poeta Miguel Eugenio Vargas, autor de la letra de nuestro himno, teniendo en
consideración lo que podríamos llamar nuestros principios y valores, o aquello
que los romanos llamaros las «morens maiorum», ve a los tachirenses como una
FAMILIA, en efecto, nuestro himno habla del «hogar tachirense», y hogar es
morada de una familia. Además, cada estrofa del himno está consagrada a un
valor; la primera de ellas está consagrada al TRABAJO; la segunda a la PAZ, y
la tercera a la IGUALDAD, y la última estrofa al agruparlos busca hacer como
una viva proclama de todos ellos.
3. ¿Cómo estamos hoy?
Ahora
bien, el Día la Tachiraneidad debe significar un día para examinarnos sobre
esta herencia axiológica recibida de nuestros antepasados, esencia con la cual
debemos proyectar nuestro futuro. A la luz del «Diagnóstico para la
renovación moral del Táchira» elaborado en el 2011 por la Diócesis de San
Cristóbal, y a luz del trabajo «El Táchira en Cifras» publicado en julio de
2011 por la Universidad Católica del Táchira (UCAT), quisiera realizar un breve
examen de la salud de nuestro Estado en cuanto a estos cuatro ejes axiológicos
que nuestro himno nos presenta.
El
estudio de la UCAT, al examinar LA FAMILIA, en cuanto al problema de la
vivienda señala que el 40% de las viviendas no reúnen las condiciones
mínimas indispensables. También refleja que en un 25% de hogares, los
miembros de una misma familia, promedio de cinco por familia, duermen todos en
una misma habitación, lo que vendría a significar, según los criterios del
Instituto Nacional de Estadística, condiciones de hacinamiento. Por su parte,
el Diagnóstico moral de la Diócesis señala una serie de factores y situaciones
que se viven al interno de muchas familias y que la están debilitando: el
lenguaje agresivo, la deficiencia en la formación humana y cristiana, el
maltrato verbal y físico, la maternidad y paternidad irresponsable; y el
Diagnóstico concluye manifestando que hay una «perdida de la familia como
núcleo central de la sociedad» tachirense.
En
cuanto al TRABAJO, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, en el
estado Táchira el desempleo es de 6%, y según los datos de la Federación de
Trabajadores del Táchira, es de 47%. La diferencia está en que el Instituto
Nacional de Estadística suma como empleo el trabajo de «economía informal», y
FetraTáchira mide como empleo el trabajo de la «economía formal». El estudio de
la UCAT, refiere que el empleo es uno de los mayores problemas de la sociedad
tachirense, y que el 26,2% de la población tachirense lo señala como uno de sus
«problemas más graves». El estudio también refiere que el 52% de la fuerza
laboral del Táchira son trabajadores no calificados, es decir, sin ningún tipo
de estudio para respaldar lo que hacen. Y el Diagnóstico moral de la Diócesis,
habla de una «pérdida del valor del trabajo como medio de realización personal».
En
cuanto a la PAZ, el estudio de la UCAT registra los casos de violencia y
los refleja de la siguiente manera: un 37% de violencia delictiva, un 20% de
grupos armados, un 21% de violencia familiar, un 11% de violencia
institucional, un 10% de violencia escolar. A esto hay que sumar la cotidiana
violencia política y el gravísimo problema de la administración de justicia.
Por su parte, el Diagnóstico de la Diócesis señala que hay un «deterioro de la
convivencia comunitaria» y enuncia como contrarias a la paz social la
escrupulosa proliferación de licorerías, el aumento de la distribución y
consumo de drogas, el contrabando y el sicariato, entre otros flagelos que
alteran nuestra convivencia y paz social.
El
cuarto valor a examinar es la IGUALDAD. Es indudable que en un clima donde hay
violencia familiar, donde falta el trabajo, donde hace falta mano de obra
cualificada, donde se impone la ley del más fuerte, donde la justicia no
funciona: la igualdad está muy deteriorada. Esta desigualdad, según el informe
de la UCAT deja en estado de vulnerabilidad el 22% de las familias tachirenses.
Y toda ésta situación, según el Diagnóstico Moral de la Diócesis, está
contribuyendo a un «deterioro del bienestar físico, mental y social de
las personas que viven en el Táchira».
4. La crisis, como oportunidad para reafirmar
principios y valores
No
hemos venido aquí para maldecir las tinieblas, sino para encender una luz que
nos permita alumbrar nuestro caminar. Los tachirenses no somos narcisistas, y
por eso no tenemos miedo de examinarnos; y aunque los anteriores datos nos
hacen ver que nuestros principios y valores están alterados, somos conocedores
también en qué dirección debemos caminar.
Queridos
amigos, toda crisis es una oportunidad para el crecimiento. Los tachirenses no
somos una sociedad para quedarnos a celebrar la agonía de nuestra identidad. Y
creo que el Día de la Tachiraneidad busca hacer frente a esta crisis y a
cualquier otro peligro que pueda poner en riesgo nuestra pertenencia al
Táchira.
Haber
hecho aquella lectura guiados por los principios y valores enarbolados en
nuestro himno, pretende ser un llamado a nuestra conciencia tachirense
para que busquemos ser lo que somos. Aunque tengamos algunos valores alterados,
eso no es lo que somos, ni lo que queremos ser. Haber llamado la atención sobre
estos flagelos, es un repique de campanas para que no nos acostumbremos a lo
accidental ya que cuando estos accidentes se hacen costumbre, podrían entonces
ir configurado negativamente nuestro ser. Este Día de la Tachiraneidad está
destinado, pues, para reafirmar nuestros principios y valores, y con ellos
proyectarnos al futuro “cual nuevos titanes” (Cfr. Himno del Estado Táchira)
5. ¿Cuales podrían ser nuestros principios y
valores?
Quisiera
hacer referencia a principios y valores que están en nuestra mentalidad, en
nuestro imaginario, en nuestra historia. Si ya se ha avanzado en delinear los
aspectos epistemológicos e historiográficos de la tachiraneidad, pienso que
también es saludable avanzar (en mi caso con cierto atrevimiento), en delinear
sus aspectos axiológicos. Esta tarea no puede estar limitada a un
discurso a la visión de una sola persona; sin embargo, quisiera referir
unas ideas que podrían conformar un esquema de trabajo en cuanto a los aspectos
axiológicos, es decir, en cuanto a los principios y valores de la
tachiraneidad.
Primero,
LA FAMILIA. El Táchira será como sea su familia; si tiene familias fuertes,
será fuerte; si tiene familias fragmentadas, estará fragmentado. El Táchira ha
soñado con ser una familia, en efecto en nuestro himno el Táchira está pensado
como un hogar, y de paso, un hogar que sonríe: «el hogar tachirense sonríe»,
dice nuestro himno. Sonrreir es tener esperanza, es estar abiertos al futuro,
es tener confianza que la luz triunfará sobre las tinieblas.
Segundo,
EL TRABAJO. Nuestro himno en una de sus estrofas señala que «el trabajo es la
fuerza suprema, / que nos lleva cual nuevo Titán / a la meta sublime y
gloriosa, / de los pueblos que saben triunfar». Hablar del tachirense, es
hablar de trabajo; en efecto, en otras regiones de la geografía nacional, tener
en el currículo que somos del Táchira, es ya una buena carta de presentación.
En los tiempos de la Colonia, a Los Andes venezolanos, y más concretamente al
Táchira, no llegó la esclavitud importada de África porque nuestros mayores y
antepasados no tenían miedo al trabajo ni se dejaron sustituir. Pero esto hoy,
en pleno siglo XXI, no basta; las nuevas tecnologías han hecho del trabajo un
asunto más exigente; lo que antes exigía «fuerza física», hoy necesita sobre
todo «fuera intelectual». Y ser productivos hoy, nos pone el reto, no
tanto de transformar la «materia prima», sino de cultivar nuestra «materia
gris»; y hoy, en pleno siglo XXI, sin una educación de calidad es simplemente
imposible tener trabajos personalmente satisfactorios y socialmente útiles.
Tercer
valor, el de LA PAZ. Y cuando hablamos de paz, no sólo es aquello de ausencia
de guerra. Cuando nuestro himno coloca la cuestión de la paz, es una síntesis
de convivencia humana, de tolerancia, de aceptación del otro, del diverso, del
que piensa distinto. Aquí han llegado españoles e italianos, alemanes y
colombianos, de Barinas y del Zulia, de Maracaibo y de Oriente, y muy bien nos
hemos entendido con ellos; aquí se suma, no se resta. Nosotros creemos en la
cordialidad, en la amistad, en la receptividad y en la urbanidad. En los
tiempos de Monseñor Jáuregui, finales del siglo XIX, su «Manual de Urbanidad»
fue adoptado por otras instituciones educativas no sólo de Venezuela sino de
Latinoamérica. ¡Qué bello! el Táchira, no sólo enseñó y cultivó la amabilidad y
la urbanidad, sino que incluso las exportó.
Y
el cuarto principio que emerge de nuestra tachiraneidad, es LA IGUALDAD.
Creemos en la igualdad, un principio que los tachirenses muy bien sabemos
distinguir del igualitarismo. Al profesando en nuestro himno el principio de
igualdad ciudadana, manifestamos una profunda convicción de ciudadanía
que ha de impulsarnos a caminar tenazmente en dos direcciones. Primeramente, la
igualdad es un principio que nosotros ciudadano le imponemos al Estado. Es una
exigencia que se hace a los que nos gobiernas, porque creemos que es un
principio sobre el cual se funda nuestra ciudadanía. Iguales ante las
instituciones del Estado, sean estas del poder central, del poder regional o
del poder municipal. Las desigualdades ante la ley, ante las instituciones del
Estado, ante lo que es de todos, desintegra nuestra vida social, y sobre todo
desintegra nuestro sentido de pertenencia a una causa común.
En
segundo lugar, como Provincia que forma parte de una República federal, tenemos
como imperativo, independientemente de nuestras discrepancias internas,
reclamar y defender la igualdad y los derechos de nuestra Provincia en el
concierto de una República federal y descentralizada tal cual lo establece
nuestra Constitución Nacional (Cf. Constitución Nacional, 1999, Arts. 4,
6, 16) . Este principio debe ser afirmado aquí, dentro de nosotros, y
reafirmado ante los otros estados y ante el poder central.
6. Para avivar las luces: el principio de
subsidiaridad
Queridos
amigos, al reafirmar en este día tanto nuestros PRINCIPIOS y VALORES como
nuestros DEBERES y DERECHOS en nuestra condición de Estado autónomo en el
concierto de una República federal y descentralizada, creo que en la
profundización de ésta condición está parte del remedio para hacer frente a los
males sociales, políticos y económicos que nos están afligiendo como entidad
federal. En estos momentos de nuestra historia local y republicana, hago votos
para que el «principio de subsidiaridad» que la Doctrina Social de la Iglesia
promueve para una saludable vida social y política sea conocido y profundizado
(Cf. Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, 2004, nn. 185-188). Sé
que en medio de nuestras oscuranas ese principio será foco de luz para nuestros
líderes, ya que vendrá a iluminar el desarrollo integral sostenible de todos
nuestros pueblos. También, el «principio de subsidiaridad» ilumina a los
habitantes de un Estado autónomo en el concierto de una República federal y
descentralizada, en cuanto al ejercicio de nuestros DEBERES y DERECHOS a no ser
absorbidos, ni sustituidos, ni suplantados en nuestra autonomía, en nuestras
responsabilidades y en nuestras iniciativas.
Hoy,
156 años después de aquel 1856, la Provincia del Táchira viene llamada Estado
Táchira, sus cuatro cantones se han transformado en veinte nueve municipios, y
sus 42.731 habitantes, según el reciente censo del 2011, se han multiplicado
hasta ser hoy 1.163.593. Para nosotros, los tachirenses de 2012, se nos convierte
en imperativo optar una vez más por los principios y valores de la FAMILIA, del
TRABAJO, de la PAZ y de la IGUALDAD. Necesario hablar y escribir de ellos,
estudiarlos y enseñarlos, profundizarlos y difundirlos, cantarlos y
predicarlos:
«Que
en el Táchira ondule por siempre / como enseña (bandera,
estandarte) de honor regional, / con la unión y altivez de sus hijos, / el
trabajo, la paz, la igualdad».
Muchas gracias.