CONFERENCIA:

LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA EN EL TIEMPO HISTÓRICO NACIONAL.

(ASPECTOS TEÓRICO-METODOLÓGICOS Y SOCIALES EN LA FORMACIÓN DE INVESTIGADORES EN VENEZUELA)

(1830-1999)”

Hora: 8:30 am a 10.oo am

Dr. José Pascual Mora García

Universidad de los Andes- Táchira

Investigador PPI nivel II (FONACIT)

RESUMEN

Nos proponemos hacer un estudio del papel de la ciencia y la tecnología en las distintas escenificaciones del tiempo histórico nacional venezolano del siglo XX y comienzos del siglo XXI. En este sentido, partimos de la hipótesis de que históricamente las elites y la intelligentsia fueron los ejes protagónicos en su dimensión operativa de las políticas científico-tecnológicas de los gobiernos de turno, es decir, funcionaron como aparatos ideológicos del Estado, y sirvieron de base en el diseño del tiempo histórico nacional; organizaron los ritos y conmemoraciones cívicas, la historiografía y la en­sayística, determinaron cuál debía ser el paradigma científico dominante, planificaron la economía política de la verdad científica y tecnológica, incluso diseñaron cuándo y cómo debía distribuirse los recursos en las masas aliados con los centros hegemónicos del paradigma tecnocrático mundial. De esa manera, la escenificación del tiempo nacional diseñada desde las elites se convirtió en una suerte de esqueleto del imaginario científico nacional, y a la postre en una gran maquinaria que impuso el paradigma dominante. El principal imaginario tecnológico que ha determinado la construcción del tiempo histórico nacional venezolano en el siglo XX y comienzos del XXI ha sido el imaginario petrolero (Luis Ricardo Dávila, 2005). El imaginario petrolero es un componente de la sociedad venezolana, está presente en todas las representaciones, e incluso ha determinado las políticas oficiales en la formación de investigadores; y al mismo tiempo, arrastra consigo las taras de una mentalidad dependiente traducida en una “cultura piñata” sembrada en el inconsciente colectivo venezolano.

Introducción.

Considerando la experiencia colectiva del tiempo, pueden distinguirse en Venezuela, desde la Colonia hasta el presente, distintas escenifica­ciones del tiempo histórico y nacional. Tras el tiempo colonial, que ha sido descrito como un tiempo estancado pueden señalarse al menos cuatro modalidades de ex­periencia e invención colectiva del tiempo: el tiempo fundacional a partir de 1830, en el cual las elites escenificaron la construcción de una nación de ciudadanos: educar y civilizar en el marco un ideal republicano e ilustrado. Es el tiempo del nacimiento de la nación.

Luego adviene el tiempo de la inte­gración hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, el cual incorpora discursivamente nuevos sectores sociales y étnicos, ya no sólo está presente la casta de los independentistas que se consideraban herederos de Venezuela, sino que aparecen en la contienda de la construcción del tiempo histórico nacional los andinos en el poder. El Estado diseña las políticas en ciencia y tecnología aliado de una intelligentsia que pronto será conocida como las “Luces del gomecismo”, en la cual intervienen importantes tachirenses formados en el Colegio-Seminario Sagrado Corazón de Jesús en La Grita, bajo la anuencia académica de Mons. Jesús Manuel Jáuregui Moreno. La tesis del “gendarme necesario” de Laureano Vallenilla Lanz justifica un rol preponderante del Estado, que justifica la mano dura del poder hasta el punto de que las propuestas democráticas de Medina y Gallegos se ven frustradas con un retorno a la dictadura con Pérez Jiménez.

A partir del año 1958, podríamos decir que emerge el tiempo de transformación, para lo cual se propone una nueva Constitución (1961) y un cambio en la estructura socioeconómica en beneficio de los trabajadores y los sectores más desposeídos. La década del sesenta se debate en una polémica caracterizada por el entrecruce de tendencias diametralmente apuestas; frente a la propuesta oficial aliada con el paradigma planificador y desarrollista, insurge un importante sector intelectual que propone el desarrollo del concepto de nación apegado al de clase, revolución y anti-imperialismo. Esta segunda propuesta es sometida y el Estado transita poco a poco en un modelo que termina entregado en manos del paradigma neoliberal en la década de los ochenta. Los parámetros para el desarrollo en ciencia y tecnología no son fijados por el Estado sino por las políticas del Banco Mundial; igualmente sucede con las políticas educativas las cuales no son producto del rol planificador del Estado venezolano sino que obedece a las imposiciones del Banco Mundial y en lo social a las del Fondo Monetario Internacional, organismo que ejerce sobre la economía nacional un férreo dominio caracterizado por las reglas de ajuste, liberalidad económica y privatizaciones.

A partir de 1998, podríamos decir que transitamos un nuevo tiempo histórico nacional, se propone un cambio estructural desde la base económica de la sociedad hasta la superestructura jurídico político e ideológica. La “revolución bolivariana” de la postula una mirada del tiempo histórico nacional pero mirando desde abajo, una propuesta política que reivindica los sectores expoliados históricamente, un pronunciamiento por los trabajadores y de los sectores más desposeídos; un nuevo tiempo caracterizado por el cambio estructural que tiene como pivotes un neonacionalismo de izquierda que retoma el concepto de nación vinculado al de clase, revolución y anti-imperialismo. Por primera vez la intelligentsia que históricamente había actuado en maridaje con los gobiernos de turno cede su puesto a los sectores populares. A pesar de que la intelligentsia participó como asesora en el proceso Constituyente de 1999, y algunos fueron asesores del Presidente Chávez, ésta se alejó. El abandono de esa intelligentsia ha dado paso a una forma de participación de los liderazgos populares subordinados incondicionalmente a la figura del presidente. Esta circunstancia en nada beneficia ni a Venezuela ni al actual sistema de gobierno. Porque el sistema de gobierno democrático debe ser capaz de resistir la disidencia interna.

Es necesaria la emergencia de una nueva intelligentsia que participe en la elaboración simbólica, una nueva intelligentsia que salga del acomodo político, y la supuesta neutralidad valorativa. Una nueva intelligentsia que supere la visión aburguesada, una nueva intelligentsia que responda responsablemente como intelectual orgánico. Este me parece que es el reto más importante tanto del actual gobierno como de la oposición en materia de formación de una intelectualidad corresponsable con la construcción del nuevo tiempo histórico que transitamos.

Sólo cuando comprendamos que el concepto de nación más que un dato geográfico o una mera territorialización del poder es una elaboración simbólica, que se constituye en torno a una interpretación del sentido de la historia de cada país, podremos pensarnos como nación responsablemente frente al futuro. Cada generación diseña su tiempo histórico, y esa es la responsabilidad de todos en Venezuela; no sólo es la responsabilidad de un grupo o sector de la sociedad como se hizo en el pasado por las clases que hegemónicamente detentaban el poder.

Veamos en detalle algunas de las características de la ciencia y la tecnología en las etapas de la escenificación del tiempo histórico nacional:

1. TIEMPO HISTÓRICO FUNDACIONAL (1830-1899)

2. TIEMPO HISTÓRICO DE LA INTEGRACIÓN (1899-1958)

3. TIEMPO HISTÓRICO DE LA TRANSFORMACIÓN (1958-1998)

4. TIEMPO HISTÓRICO DE LA GLOBALIZACIÓN Y “REVOLUCIÓN BOLIVARIANA” (1999-2007)